Las vivencias de Buika modelaron una personalidad avasallante arriba y debajo del escenario. Su forma de cantar, a puro sentimiento, por flamenco, tango, bolero y jazz, hipnotizó a la propia Chavela Vargas (de la que dice "me hubiera gustado ser su novia") y al productor de sus discos Javier Limón (del que dice "él me excita cuando toma su guitarra").
Con tres discos "Buika" (2005), "Mi niña Lola" (2006), "Niña de fuego" (2008) y “el último trago” (2009), la cantante se transformó en la mimada del circuito world music.
Una interpretación orgásmica; un universo musical ecléctico, donde entran el tango "Nostalgias" o la ranchera "Volver, volver", y las declaraciones sobre su bisexualidad derritieron la objetividad de los críticos.
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